¡Hola a todos! ¿Cómo les va en este casi cierre de año? Parece que estoy exagerando pero este año definitivamente es atípico, y es que la última vez que fui al supermercado iba a ser primavera, pero si van ahora seguro verán pan de muerto, adornos con calabazas, fantasmas y por supuesto los primeros árboles de navidad que ya nos indican que los últimos meses nos han alcanzado.
Si bien llevamos más de medio año desde que esta pandemia inició, también es una realidad que las actividades se han reanudado tanto en las empresas, como en los comercios y centros de entretenimiento en las últimas semanas, esto con determinados protocolos y medidas de prevención que entran en lo que ahora llamamos la «nueva normalidad». Hay un aforo máximo en los espacios, debemos portar cubrebocas, usar gel antibacterial, guardar distancia, aceptar la toma de temperatura y en algunos lugares incluso hay que responder cuestionarios de salud, todo esto tratando de evitar una mayor cantidad de contagios.
Las personas que pertenecemos a grupo de riesgo, nos hemos visto en la necesidad de tener aún más cuidado que la mayoría de la población, tratando de quedarnos en casa por más tiempo y evitando ver a otras personas más allá de las que viven en nuestra casa, pero siendo honestos, después de varios meses esto también se vuelve un riesgo para nuestra salud emocional, por lo que les platicaré de cómo fue rodar de nuevo con esta «nueva normalidad».

Hace algunos días, decidí ir con mis papás a dar la vuelta en auto, con lo que pude notar de inmediato que el tráfico prácticamente ha vuelto a la normalidad, las plazas comerciales estaban llenas (aunque con filas enormes porque hay un cupo limitado) y una buena parte de la población transita por las calles con su cubrebocas. Aún cuando parece una escena de película apocalíptica desde el auto, créanme que salir y ver otras personas, sentir que cambiaba de escenario y que hacía algo diferente, fue de mucha ayuda.
En otra de esas salidas en auto con mis papás, decidimos ir a dar la vuelta a San Miguel de Allende, una ciudad muy cercana a Querétaro, famosa por su arquitectura del centro histórico y de la que les he platicado ya en diversas ocasiones en este espacio. Una de las grandes cuestiones en estas últimas semanas, ha sido justo visitar esta ciudad, debido a que en diversos medios de comunicación se explica que requieres de un código QR para que te permitan entrar, código que te debe proporcionar un restaurante u hotel al hacer tu reservación… guardándome mis comentarios sobre esta «medida» de prevención por parte del gobierno de la ciudad, les platico que en nuestro caso solo hicieron toma de temperatura del conductor y el copiloto (no sé si no me vieron en la parte de atrás del auto o creen que por ir atrás soy inmune) y no preguntaron nada. Mi recomendación si van a ir: pregunten al hotel o restaurante al que van (o a cualquiera) si están dando el código por si acaso, pero creo que es poco probable que puedan controlar el acceso a la ciudad a través de este medio.

Como teníamos hambre, nos vimos en la disyuntiva de buscar un lugar dónde comer o regresar a casa (que no está tan cerca), y después de pensarlo mucho, decidimos ir a explorar uno de nuestros restaurantes favoritos en la ciudad. Food Factory, ubicado en la antigua fábrica de la Aurora, se encuentra fuera del centro histórico, por lo que nos pareció buena opción. Antes de bajar del auto por supuesto que mi mamá se dio a la tarea de ver la cantidad de gente, que hubiera lugar en la terraza abierta y las medidas generales. Al llegar tarde (después de las 4pm) nos encontramos con un lugar con pocas personas o familias que estaban por irse, lo cual nos dio un poco de tranquilidad. A la entrada se encuentran marcas en el piso que identifican la distancia adecuada entre las personas al hacer fila, se realiza la toma de temperatura y hay gel antibacterial para poder ingresar, así como tapetes sanitizantes. Una vez dentro, todos los empleados del lugar portaban cubrebocas, algunos incluso caretas y entre las mesas se podía observar una distancia aceptable. Si bien pudimos observar también que cubrían con un desinfectante las sillas y mesas cada vez que una familia se levantaba, confieso que nosotros también hicimos una limpieza extra (sí, llevamos siempre toallitas desinfectantes) tanto a los lugares como a los vasos, cubiertos, etc. El menú fue mostrado en una pizarra general, lo cual evita un medio más de contacto y pude ver que de hecho solo había un mesero trabajando en todo el restaurante, no sé si esto es para evitar que hayan más personas o simplemente una coincidencia, pero el servicio no se vio afectado por esta razón ya que éramos muy pocos clientes en el momento. Después de la comida, decidimos caminar un poco por las galerías que se encuentran en el complejo, en donde pudimos notar que hay señaléticas por todas partes indicando el uso de cubrebocas y de gel, así como de guardar distancia dentro de los negocios. Pocas personas en realidad estaban caminando por ahí, probablemente por la hora y porque el lugar no es tampoco el más turístico de la ciudad. Aún así, créanme que disfruté muchísimo el paseo, es más, nunca había disfrutado tanto ir a San Miguel de Allende, pues como saben la accesibilidad no es la mejor para usuarios en silla de ruedas.

¿Mi impresión general? Me sentí relativamente tranquila saliendo, es verdad que se están tomando la mayor cantidad de medidas posibles pero hay mucho que no sabemos aún de este virus y como población de riesgo debemos de cuidarnos lo más posible, aunque suene exagerado para algunos, no asuman que los demás tienen el mismo cuidado que ustedes, cuídense guardando distancia, usando cubrebocas y lavándose las manos, piensen en su salud y la de otras personas. ¿Recomiendo salir? No es sano para nadie quedarse encerrado en su casa, por lo que si es posible salir a dar la vuelta cerca de su casa, en el auto o a algún lugar que sepan que es poco transitado, se los recomiendo, como siempre con la mayor cantidad de medidas que puedan tomar y haciéndolo solo cuando de verdad lo requieran. Es cierto que tenemos que aprender a vivir con el COVID, pero creo que aún podemos darle un poco más de tiempo a la ciencia y a la sociedad en conocerlo y saber protegernos, no nos confiemos.
¡Gracias por leerme! ¿Has salido a la calle con esta nueva normalidad? ¡Cuéntenme sus experiencias! Recuerden que pueden encontrar en Instagram como @el_gato_con_ruedas y en Facebook como @elgatoconruedasblog.
Nos vemos pronto, el Gato con ruedas.