Ser una persona con discapacidad, estar embarazada o ser de la tercera edad, muchas veces tiene «beneficios» como descuentos, lugares preferenciales o un lugar al inicio de la fila… ¿qué tan necesario o correcto es esto?
Hace un tiempo que me he preguntado esto, pues en más de una ocasión, me dan la oportunidad de «saltarme» la fila o de tener un lugar preferencial, solo por ir en silla de ruedas, lo cual ha provocado más de una mirada de desaprobación en el resto de las personas formadas o en todo caso, la alegría de quien me acompaña en ese momento. Así que me di a la tarea de platicar este tema con algunos amigos con y sin discapacidad y aquí les traigo nuestras conclusiones.
Para empezar, vamos a remontarnos al por qué en algún momento a alguien se le ocurrió que esta prioridad debía existir, y una primera y muy básica es por practicidad y seguridad: ahí les van dos ejemplos muy sencillos.
Los lugares de estacionamiento (un tema muuuuuy hablado entre las personas con discapacidad), están mucho más cerca de la entrada y de las rampas porque una persona en silla de ruedas, de la tercera edad, embarazada o con una situación vulnerable, realiza mucho más esfuerzo en desplazarse, por ello necesita estar más cerca, al final se va a tardar el mismo o más tiempo que cualquier otra persona, en llegar a su destino. Si a esto le agregamos el tema de seguridad, pues más razón aún le damos al tema, ya que hay mucho más riesgo para esas personas al atravesar todo un estacionamiento.

Otro ejemplo muy visible: abordar un vuelo. Un usuario en silla de ruedas, debe ser el primero en abordar un vuelo y el último en bajar, ¿por qué? Si nunca han visto cómo entramos, básicamente nos llevan a través de todo el avión en una silla exactamente del ancho de pasillo (sí, bastante angosta) y después nos debemos pasar de ésta al asiento. Imaginen hacer todo ese recorrido con todos los pasajeros, las maletas y la tripulación a la vez. Un poco más complicado: seguro.
Ahora, pensemos en espacios donde parece no ser un tema de practicidad: los cines, bancos, un proceso electoral, el teatro, etc. A muchos les podrá parecer completamente injusto que después de esperar dos horas para hacer un depósito o para comprar algo, le permitan a una chica de 25 años en silla de ruedas que pase primero a hacer su trámite, porque después de todo, está sentada, no le cuesta nada esperar al igual que los demás y si está ahí es porque puede hacerlo, más si va acompañada, porque «le ayudan». El hecho aquí es que más que verlo como un privilegio, debemos pensar en que esa persona probablemente hizo el doble o triple de esfuerzo para llegar ahí, desde levantarse, vestirse, transportarse y entrar al edificio, vaya con un acompañante o no. Incluso, muchas veces las filas o espacios prioritarios, realmente están hechos porque la infraestructura general no es accesible, entonces se debió adecuar un sitio «especial» para que la persona pueda realizar la compra/trámite. Y en esto no me dejarán mentir mis amigos sobre ruedas así como nuestras familias y amigos que somos quienes lo vivimos día a día.

Al tocar este tema, probablemente lo que más me llama la atención es que la respuesta final de todos fue básicamente un «sí». Sí es justo y es entendible que existan estos lugares, pero para que funcionen, requerimos de algo más que la opción de estas filas o lugares prioritarios: la actitud de la sociedad. Debemos centrarnos en la persona y no en el proceso.
Hacer uso de este derecho es también una responsabilidad consciente de quien tiene acceso a esta. Existen discapacidades visibles e invisibles, personas que requieren de este espacio y no es necesariamente visible porqué. Si una persona lo usa, el resto no debería cuestionar o preguntar por qué lo hace, no debería juzgar su decisión si no más bien confiar porque la historia de cada persona, es lo que define su acción. Por otro lado, la responsabilidad viene de saber en qué momento y lugar usarlo. Si mañana cumplo 60 años y puedo moverme incluso mejor que alguien de 20 o estoy embarazada y no tengo restricciones o cuidados especiales, ¿realmente debo usar ese lugar? Nunca lo sabremos, como acabo de decir, no podemos juzgar las decisiones de los demás, pero es importante ser coherentes también y no abusar de de ello.

«Yo creo que hay personas conscientes» termina diciéndome Isa, otra de mis amigas sobre ruedas. Y ambas coincidimos en que siempre hay muchas más personas que entienden, que ayudan y que intentan hacer el mundo un poco más inclusivo hoy. Pero repito, todo está en la actitud, en el lugar que sea, con quien sea y en todo momento, tanto del que tiene el derecho como del resto de la sociedad.
Muchas gracias a todos los que me ayudaron a reflexionar sobre este tema, no olviden seguirme en mi perfil de Facebook (@elgatoconruedasblog) e Instagram (@el_gato_con_ruedas), para seguir viendo mi día a día.
Atte. El Gato con Ruedas
[…] me vio y me permitieron pasar antes (sí, me ahorré la fila, aunque no entiendo muy bien porque, esta discusión de pasarnos primero en las filas, la tocaremos en otro post), me topé con que no se contaba con una mampara de mi altura para que […]
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