Rodando en la escuela: ¿qué tan cerca estamos de tener educación inclusiva?

La educación es uno de los factores determinantes al momento de considerar el desarrollo de un país o sociedad, además de ser una plataforma para aspirar a cierto desarrollo económico, así que ¿en qué punto nos encontramos en cuestión de educación inclusiva?

El pasado 24 de enero se celebró el Día Internacional de la Educación (ya saben que el último siglo nos dio por celebrar todo), conmemorando la resolución aprobada por 59 Estados miembros de la ONU en el 2018, en la cual se promueve el apoyo a estrategias en favor de una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos, recordando que de hecho la educación ocupa el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la cual se relata que la educación primaria debe ser gratuita y obligatoria, mientras que la superior debe ser accesible. ¿Qué tan real es esto en México?

Con el internet y la gran cantidad de información al alcance de todos, hoy se habla mucho de que las escuelas deben ofrecer algo más que solo contenido académico y aunque tienen razón, me parece que siempre fue ese el punto de las escuelas y universidades, el poder brindarte herramientas que difícilmente adquieres tú solo en casa. Se habla mucho también de que la educación de la escuela no lo es todo y que puedes triunfar y salir adelante sin esta parte de tu vida, con lo cual estoy de acuerdo parcialmente pues aunque las posibilidades son infinitas y no hay una fórmula exacta para el éxito educativo y laboral, los clásicos ejemplos de personas que «triunfaron» sin terminar la escuela, fueron personas de un círculo socio-económico que desde un inicio les dio las bases educativas para poder tomar la decisión de no estudiar, es decir que no fue un «no pudieron estudiar», si no un «pudieron decidir qué hacer» y eso amigos, hace toda la diferencia.

La educación es un derecho universal y es un factor de desarrollo de la sociedad

Decir que la educación hoy es accesible implicaría que está al alcance de todos y es algo en lo que definitivamente no creo que alguien aquí esté de acuerdo. Diversos grupos minoritarios se encuentran aún en condiciones que no les permiten asistir a una escuela o tener la misma calidad educativa que los demás. Dentro de estos grupos, se encuentran las personas con discapacidad, que sin duda, son uno de los grupos con mayores barreras para poder ejercer este derecho.

Podemos dividir las barreras en dos principales grupos: las de infraestructura y las sociales. Las de infraestructura son de las más visibles y son las primeras que impiden el acceso a las escuelas a millones de personas con discapacidad, que van desde falta de rampas, escuelas de más de 2 pisos sin elevadores, escasez de piso podotáctil, baños poco accesibles, mobiliario inaccesible, entradas angostas y muy pocas opciones de transporte para poder llegar. Ya nos contaban Sofi y Mariana en sus entrevistas la experiencia de ir a una escuela en la que prácticamente dependían de que pudieran cargarlas para llegar a sus salones de clases, en las cuales si bien es visible la falta de infraestructura, también se hace notar que a pesar de ello, la sociedad está dispuesta a ayudar y a eliminar de una u otra manera las barreras.

Por otro lado tenemos las barreras sociales, las cuales son aún más profundas y más complicadas de eliminar. Imaginen a un estudiante con discapacidad visual o auditiva en su salón de clases, ¿creen que hubiera sido posible que tomara las clases de la misma manera que los demás? ¿han visto alguna vez un libro de primaria en braille? Ahora pensemos en un estudiante con discapacidad cognitiva, ¿creen que los niños hubieran jugado de la misma manera con ellos? ¿deberían recibir algún trato diferente de los maestros o tener un grupo aparte del resto? El tema es complejo, pues aunque hoy existen escuelas de educación especial que intentan cubrir estas brechas, son insuficientes y la misma sociedad no sabe muchas veces cómo reaccionar o convivir con la discapacidad, sin mencionar la falta de profesores que puedan otorgar clases para estos grupos.

Los números de la educación en México para personas con discapacidad son el reflejo de las barreras actuales

Y ¿cómo afecta esto a largo plazo a la inclusión? Bien, pues como platicábamos en un inicio, las escuelas brindan herramientas que van mucho más allá del contenido académico, pues competencias como la comunicación, trabajo en equipo, pensamiento crítico e incluso la creatividad, son solo algunas de las habilidades que podría brindarnos una institución (hasta cierto punto). Actualmente son estas competencias, además de los títulos académicos, las que hacen la diferencia al momento de buscar un trabajo o emprender. Ojo, no significa que sea la única manera de obtener un desarrollo profesional y tampoco que sea una regla de oro (pues sabemos que ir a la escuela no necesariamente asegura un buen trabajo), pero si desde el inicio las personas con discapacidad se ven limitadas por esto, serán muy pocas las que podrán incursionar a un mundo laboral tan competido como el actual, generando además un efecto en la oferta laboral en la que muchas empresas ven este grupo con pocas oportunidades de crecimiento profesional a la misma altura que los demás.

La educación está ligada a las oportunidades laborales

2022: podemos afirmar que la educación sigue siendo un lujo, pues a pesar de contar con un sistema público que ha tratado de abarcar la mayor cantidad de puntos posibles, seguimos viendo deficiencias en temas de accesibilidad e inclusión, lo cual es una barrera para miles de niños que ven truncadas sus oportunidades por el simple hecho de no poder ingresar a una escuela.

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Atte. El Gato con Ruedas

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